La celebración en torno a la muerte tiene lugar en un grupo de territorios localizados en la región centro-sur de México, donde son compartidas con poblaciones no indígenas que habitan de manera conjunta en estos mismos espacios, estas manifestaciones culturales son asumidas por cerca de cinco millones 872 mil indígenas y representan aproximadamente un 97.2%, del total de la población indígena del país. Los pueblos indígenas que reproducen la tradición cultural de celebraciones a los muertos se encuentran localizados en Ciudad de México, Campeche, Chiapas, Durango, Estado de México, Guanajuato, Guerrero, Jalisco, Michoacán, Morelos, Nayarit, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Quintana Roo, San Luis Potosí, Tabasco, Tlaxcala, Veracruz, Yucatán y Zacatecas. (Censo Nacional de Población).
La Fiesta del Día de Muertos es uno de los múltiples efectos del encuentro de dos mundos, las celebraciones dedicadas a los muertos no sólo comparten una antigua práctica ceremonial donde conviven la tradición católica y la tradición precolombina, sino también una diversidad de manifestaciones que se sustentan en la pluralidad étnica y cultural que han dado lugar a una tradición cultural de gran importancia. La muerte no representa una ausencia sino a una presencia viva; la muerte es un símbolo de la vida que se materializa en el altar ofrecido. En este sentido se trata de una celebración que conlleva una gran trascendencia popular ya que comprende diversos significados, desde filosóficos hasta materiales
La celebración del día de muertos prevalece en la idiosincrasia e imaginación colectiva indígena y urbana, representa un momento privilegiado de encuentro con los seres queridos que murieron. La muerte participa en la creación de tradiciones, costumbres e identidades, es una celebración de unión familiar en la que se espera la llegada de los seres queridos, representa la oportunidad de convivencia y regocijo, esta festividad se llevaba a cabo el 1 y 2 de noviembre, de acuerdo con el calendario católico, el 1 de noviembre corresponde a todos los Santos, día dedicado a los “muertos chiquitos” o niños, y el día 2 de noviembre a los Fieles Difuntos, es decir, a los adultos. Esta celebración desde el catolicismo nace después de las pestes del siglo XIV.
México se ha identificado como un país en el que la muerte es cuestión de risa y de hacer fiesta para el difunto y los fieles difuntos, nos permite tener una identidad, es un estandarte para reconocernos de entre otros. La muerte suele ser representada por un cráneo o un esqueleto, mostrando una sonrisa sempiterna. “La Catrina” se carcajea de la vida, nos observa inquisidora. La muerte está presente en nuestra cultura, nuestros dichos son relativos a ella:
“mujeres juntas, ni difuntas”
“de buenas intenciones están llenos los panteones”
“te espantas del difunto y te abrazas de la mortaja”
“sí me han de matar mañana, que me maten de una vez”
Para entender porque significa una fiesta el día de muertos y difuntos, almas, ánimas, espíritus, tonalli, teyolia e ihiyotl, es importante entender que ese día simbolizan el mismo principio, es “el que viene de allá”, es el día en que los muertos tienen permiso para disfrutar, celebrar y reafirmar los lazos de identidad en una comunidad. El que viene es “el que se nos ha adelantado”, al que veremos, ¿pronto?, y viene con el mensaje de que existe “un más allá”, y los ritos han funcionado. Esta celebración no es el duelo, no duele, no puede recibirse al familiar, amigo, conocido o antepasado con lágrimas en los ojos; es tiempo de fiesta y podemos hacerla. Al visitante se le abren las puertas y se le da en abundancia, se coloca una ofrenda en cada uno de los hogares a donde se les espera. Es el momento de tener una plática con ese ser querido que se fue al más allá, es el tiempo especial para decirle que lo amamos y extrañamos, pero que estamos felices de saber que ese día nos acompañan. Para recibir a nuestros fieles difuntos, se prepara una ofrenda para compartir ellos el pan, sal, frutas, manjares culinarios, agua, dulces, tamales, mole, y toda aquella comida que le gustaba a nuestro ser querido. Ofrendar es estar cerca de nuestros muertos para dialogar con su recuerdo, con su vida, representa el reencuentro con un ritual que convoca a la memoria, es un reflejo del sincretismo del viejo y el nuevo mundo, es una mezcla cultural. La ofrenda debe tener varios elementos esenciales como son:
- • El agua. La fuente de la vida, se ofrece a las ánimas para que mitiguen su sed después de su largo recorrido y para que fortalezcan su regreso.
- • La sal. El elemento de purificación, sirve para que el cuerpo no se corrompa, en su viaje de ida y vuelta para el siguiente año.
- • Velas y veladoras. La flama que producen significa “la luz”, la fe, la esperanza. Es guía, con su flama titilante para que las ánimas puedan llegar a sus antiguos lugares y alumbrar el regreso a su morada.
- • Copal e incienso. El copal es el elemento que sublima la oración o alabanza. Fragancia de reverencia, se utiliza para limpiar al lugar de los malos espíritus y así el alma pueda entrar a su casa sin ningún peligro.
- • Las flores. Son símbolo de la festividad por sus colores y estelas aromáticas, adornan y aromatizan el lugar durante la estancia del ánima, la cual al marcharse se irá contenta, el alhelí y la nube no pueden faltar pues su color significa pureza y ternura, y acompañan a las ánimas de los niños.
- • El pan. El ofrecimiento fraternal es el pan.
- • El petate. Entre los múltiples usos del petate se encuentra el de cama, mesa o mortaja, sirve para que las ánimas descansen, así como de mantel para colocar los alimentos de la ofrenda.
- • La fotografía. Es para dar a entender que al ser querido se le puede ver, pero ya no existe.
- • Las calaveras de azúcar. Son dedicadas a la Santísima Trinidad y Padre Eterno.
- • Papel picado. Este ornamento 100 % mexicano le da color al altar de muerto, aunque en ciertas comunidades indígenas es sustituido por manteles bordados o follaje.
La historia y origen del Día de Muertos es bastante extensa, esta tradición mexicana llena de color, aromas, sabores, emociones y festividad, es catalogada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, pues da identidad a varios pueblos de México. Esta celebración está vida, es más que una tradición que nos ayuda a recordar a nuestros seres queridos con color, fiesta, aromas, alegría y sabor.
Sin vida no hay muerte, hay que vivir de muerte para aprender a vivir, y morir de vida para aprender a morir, dedico este Blog a mi querido hermano que “está en el más allá” y me despido de ustedes con una calaverita, que es un poema breve y de carácter popular, que forma parte de las tradiciones mexicana en este día de muertos:
se le acerco la catrina, le invito una mandarina,
pero la muy pícara le soplo COVID,
se dio la vuelta y se lo llevo la muy coscolina.”